viernes, 18 de septiembre de 2009

Narrabeen

Y te quiero así, mio y de sofá. Tuya la cama, igual. Sacando algo del horno, tomando algo en el deck. Algunas veces más de allá que mio, pero yo la paso bien igual. Y por ahí en retrospectiva no estábamos tan mal. Que algunas heridas son difíciles de cerrar. Que en la hamaca era como volver a estar. De cerveza en mano y charlas volátiles. De asfalto y de vorágine. Que la primavera me iba a sentar mejor, de lo que me dejó parada el verano. De idas y de ninguna vuelta, porque al fin y al cabo ya no la necesito más. De edificios altos y casa casi campestre. De un ascensor que lo único que hizo fue subir. De caminos empinados que no llevaron nunca a la nada. De blanco sólo los dientes y tu mueca. De rojo las sábanas y de negro, después, el corazón. De solo, poco y nada. De sofá: nada y poco. De caminatas por la playa y ese lugar en especial, donde te da el sol a la mañana. De pijama o con lo puesto. Una semana de persianas bajas y grados altos. De esa maravillosa sensación de creer que todo lo puede. Eso que no le contaste a nadie, pero que iba a ser nuestro secreto. De esa lágrima que cayó y no era de café, pero era cerca. Descreer de todo y volver a armar. Uno por uno los recuerdos. Que se cayeron con esa taza, que se rompieron en esa caída. Que se derramaron en cada lágrima y lo que se perdió con la despedida. Y de vuelta otra primavera que me iba a esperar. No iba a ser la primera ni la última, totalmente convencida de eso. Un poco también vencida, porque otro invierno más no iba a tolerar.
Que se consensúe, que se termine acá.
Sin hablar y sin justificarlo; mio y de nadie más.

No hay comentarios: