martes, 3 de noviembre de 2009

Set the record straight

Que para mí está en lo cotidiano. Toda esa grandeza que se busca en muchos lados y pocas veces se encuentra. Está en la camisa manchada, en la puteada rajada, en los silencios que carcomen y en los gustos musicales. Está en cosas tan chicas como qué lado de la cama elegir. Y en cosas tan grandes como cuánto uno está dispuesto a ceder. En las cuestiones más simples, como no acordar en todas las cosas. Pero que hay ciertas pautas básicas que hay que seguir. Y que deberían estar implícitas pero muchas veces no lo están. Está en lo que se busca del día a día. En lo que se respira en el aire y el resto del mundo siente con uno. Con un poco de envidia y con un poco de felicidad (más la última que la primera se recomienda). Está en notas que se dejan y está la mayoría de las veces en dar en la nota. No corretear tanto y dejar un rato los juegos de lado (que para eso va a haber mucho tiempo). Gustarse por los detalles tal como lo son los lunares en las costillas que sólo pueden verse a la luz de la oscuridad. Y está en verlo cada día diferente, por más que esté igual al día anterior. Está en buscarle lo diferente y con eso, la gracia. Está en manifestarse de las mil y una maneras posibles y en la mil y dos sentirlo como la primera. Está en creerse por arriba de cualquiera, y esperar que alguno lo pueda sentir como uno. Estar en esa cima, juntos. Es una cima cotidiana, que no debe sobrepasar el metro veinte de la mesa del comedor. Porque el día que se derrama la mayonesa, ¡hete ahí un problema!
En el chiste de todos los días. En las diferencias que nos unen. En las contraposiciones y en las peleas frente a amigos. En las guerras de la intimidad y en tantas otras cosas más. En poder callarse, aunque sea por una ínfima de segundo y disfrutar del silencio. De estar cómodos en ese silencio porque está el otro y nos sabemos acompañados. En no sentirse juzgados por la mirada del otro. Y en no tener que pensar qué estará pensando, y saberlo mejor. En admitir que el otro es único para uno y ocupar el mismo lugar. En poder gritar si hace falta, que se de cuenta de la importancia. En asegurarse como personas. En no dejar de lado la individualidad. En poder armar una dualidad en base a eso (difícil muchas veces de vencer). En convercerse que no todo está perdido. En dejar que en ese cuadrangular sólo se dispute una batalla por noche. En sentirse mirado por ojos ajenos y reconocerlos como propios. En poder idear en esos mismos ojos una versión mejorada de uno mismo. En entender que no debería ser tan difícil si se intenta. En que hay tantos otros factores que no interesan a la hora y que si interesaran estaría todo *definitivamente* perdido. En que es una cuestión de tiempo y de saber esperar. En que se trata, repito, de domingo de diarios, cafés y no mucho más. En las camisas manchadas, dadas por perdidas desde el principio del texto. En que el fin está mucho más lejos y si se puede, negado. En que mañana va a ser otra aventura. Va a estar también en las peleas, nadie dice que no. Y que va a estar en saber entenderse después. Va a estar en lo que quede de eso, en los restos que probablemente otro tenga que venir a levantar. Va a estar en las grandezas que se buscan que no terminan siendo más que pequeñeces. Va a estar en unas flores de jardín y en tu olor a primavera. Va a estar en tu mirada en ese momento preciso y va a estar de nuevo en cuanta reacción tengas a alguna de mis cagadas. Va a estar en la aprobación. Va a estar una vez más en los gustos y en los disgustos. Va a estar en las cosas que se comparten y las que quedan por enseñarnos. Va a estar en lo sorprendentemente cíclico y productivo que se vuelve. Va a estar en el mañana que no se repite. Va a estar en atardeceres contados con los dedos de un ciempiés. Va a estar en las vueltas que puedas contarle a un caracol. Va a estar en las veces que me peles una manzana.
Va a estar en las veces que de mi amor.

Las comparaciones son odiosas.

Como estar enfermos y necesitar imperiosamente de la mirada de piedad del otro. Como sentir que en un beso podría entrar un mundo. Como pensarse y actuar como uno. Como limar las asperezas durante el viaje. Como no llegar a ningún lado pero que la gracia esté en el camino. Como poder mirar y descifrarse. Como poder oler y recordar. Como llegar y desembarcar. Como tener y no dejar ir. Como creer y estar convencido. Como convencerse que una fantasía puede terminar en algo. Como suponer que se va a avanzar. Como esperar que alguno de los proyectos se concreten. Y como esperar siempre a que pase por acción del tiempo. Como cambiar a alguien y no esperar nada a cambio. Como pensar e irse a dormir. Como cuidarse y bajar la guardia. Como escribirse en un pedacito de papel o marcarse a fuego. Como estar de paso y no pasar desapercibido. Como viajar y querer estar siempre acompañados.
Como querer y amar.

¿me acuerdo de él?

En las noches de lluvia me acuerdo de él.
En las noches de insomnio me acuerdo de él.
En las noches sin mucho para hacer me acuerdo de él.
En las noches de amigas me acuerdo de él.
En las noches charlando me acuerdo de él.
En las noches soñando me acuerdo de él.
En las noches pasada me acuerdo de él.
En las noches con luna me acuerdo de él.
En las noches de citas me acuerdo de él.
En las noches fumando me acuerdo de él.
En las noches de gala me acuerdo de él.


En las tardes nubladas me acuerdo de él.
En las tardes con mate me acuerdo de él.
En las tardes de pileta me acuerdo de él.
En las tardes de jazmines me acuerdo de él.
En las tardes perdidas me acuerdo de él.
En las tardes de estudio me acuerdo de él.
En las tardes impulsivas me acuerdo de él.


En los días soleados me acuerdo de él.
En los días de vigilia me acuerdo de él.
En los días ajetreados me acuerdo de él.
En los días de parejas me acuerdo de él.
En los días manejando me acuerdo de él.
En los días tomando me acuerdo de él.
En los días escuchando música me acuerdo de él.
En los días vacíos me acuerdo de él.
En los días de playa me acuerdo de él.
En los días ajetreados me acuerdo de él.


No hacía falta verbalizarlo para darme cuenta que son pocas las ocasiones en las que no me acuerdo de él.

ergo

Entre lo bueno y lo malo no hay nada. Y si lo hay, es muy poco. Lo que queda indefinido merece no ser mencionado. Y por algo se pierde en el olvido. Entonces, cuando escribo a estas horas de la noche lo bueno o lo malo lo pasé hace bastante. Ya pasó el día, ya también pasó la noche y en el medio no pasó nada. Más que nimiedades y cuestiones triviales para comentar (se está convirtiendo en un terrible diario esto y es lo que más me asusta) no sucedió mucho más.
Pero no debería ser tan importante que me pregunte cómo me fue al llegar como el que me despida bien cuando me voy. Eso haría un día interesante.
Y nada como el día de playa o la intimidad que se puede lograr en el día a día. En las cosas cotidianas. En la mermelada de la tostada. No sé si se entiende, pero juro estar llegando a algo. Al momento en el que se cruzan las miradas y uno sabe que es para el otro. O por lo menos por ese momento y en ese lugar. La mermelada ya se funde en la tostada y una se abre totalmente. Y siente como si fuera la última vez. Y toca como si fuera la primera.
Y llegar a ese grado de contacto, del que no hay vuelta atrás. Que sí, podrá funcionar como no; pero es sabido que no va a ser lo mismo desde ahora en más. Un viaje de ida medio estrafalario.
Ese momento que en una tarde de abril te hace soltar un te quiero en cualquier lugar. Y que en una noche de julio te hace maldecir al que sea que lo haya puesto en tu camino. Pero bueno, tan diverso, tan dispar y tan contradictorio es. Tan dulce y tan amargo que se inventó una palabra para él: "agridulce". Y nada que lo defina mejor.
En sus noches de amigos puede estar encendido y ser lo mejor, mientras que en la intimidad puede tirar una bomba y ni darse por aludido. Puede estar en clima perfecto, 0 grados y la realidad es que es un volcán a punto de estallar. Que te grita y te pide por favor, casi al borde del llanto que te quedes, que él no lo quiso decir así. Y entonces es que es la bestia más dócil y más domada de todas. La ternura más graciosa de todas y la ambivalencia entre cualquier otra cosa. Es que es algo increíble, universalmente épico y en cierta manera bastante repulsivo.
Y muchas de mis experiencias tienen mucho de mí. Que por suerte las experimenté porque sino no sería yo hoy. Porque muchas de mis grandilocuencias hoy no tendrían sentido. Y no me vendrían a la cabeza imágenes u olores que experimenté. Y las experiencias no son más que eso, prácticas para lo próximo. Para lo que esperamos que sea mejor. Para lo que tenemos en vista. Para las fichas que pensamos jugar, tan apasionadamente como las anteriores. Y no haber experimentado todo me deja bastante esperanza.

#

Y cada vez que se va me deja como con esa sensación, mezcla de agonía y de espera.
Porque aunque no sea la primera vez que me deja, se siente como la única manera de terminarlo.
Y es entonces cuando espero que no se aleje más que esta distancia surreal.
Que es perfecta, porque la hacemos los dos con las ganas y no mucho más.
Una distancia que no se queja porque separa y no dice hasta dónde ni porqué parar.
Pero en cierto modo estar así, arriba de un pedestal nunca está demás.
Habrá partes para admirar y otras para detestar.
Y creo que la receta perfecta está en partes por igual.
Y volviendo al temita distancia, nunca fue un problema para mí.
Mientras más lejos mejor, en todos los sentidos.
Porque es en el momento en que se mete en tu piel cuando empiezan los problemas.
Y yo otra vez, en otra piel no me meto.
Caminar en mis zapatos se siente bien.
Aunque a veces crea que me quedan un poco chicos.
Y otras sienta que me están sobrando de todos lados.
Los días que me calzan perfectos son momentos.
Son horas en realidad.
Son lugares en los que digo "acá me quedaría" o "con vos me quedaría".
Juro que pasa (no tan seguido como las veces que es un 35 o las veces que se sienten como los zapatos de mi viejo, pero bueno..)
Y una lo intenta, a pesar de todo.
Y pone su mejor cara, a pesar del estado.
Y sale con tacos, a pesar de la lluvia.
Y espera a que pase, a pesar de él.