jueves, 16 de diciembre de 2010

Mirar el reloj cada veinte minutos. No poder estar con uno mismo ni un rato. Sos todo lo que no querés ser, odiás todo lo que sos, todo lo que te representa, todo con lo que te identifican. En eso que antes encontrabas placer ahora es una secuencia lastimosa de vidrios rotos. Te parece todo tan banal, te hacen comentarios superfluos halagando todo lo obviamente tangible. Un llavero de gente en forma de telaraña. Un mar de plastilina y un cielo de gelatina se funden en el horizonte. Un cementerio de ideas inconexas. Tu negación llega hasta tal punto que vuelve a empezar el círculo y te parás de tu propia mesa. Querés salir de tu cuerpo saboreado y principalmente de tu cabeza que cayó en desuso trágico. Inhumano te querés sentir; o a lo sumo, creés que sos poco humano. No merecés el nombre de Barón que te heredaron. El alma nunca pasó de ser blanca a dorada. Estados no consentidos, no aceptados, que no aparecen en ningún mapa de ningún lugar. Un estado para nada soberano, sin límites, que no se describe en ningún manual de historia. Y así como no se escribió puede desaparecer en cualquier moemento. Venido a menos luego de siglos de auge, caer en decadencia tan rápido, ha sido comprobado, se puede. En una carrera vertiginosa por el salto, la estabilidad (y sobre todo la perspectiva) se pierde.
Motor surreal que todo lo absorbe, todo lo tritura; todo lo transforma. Nada se pierde, nada se puede perder, ¿qué significaría eso sino? ¿que existe un vacío? Que existe otro lugar, ciertamente. Que somos copias imperfectas, grabados incompletos, escenas detenidas. Somos flujo de historias, una canilla abierta de oportunidades fertilizantes. Para entrar aceitados, ya sabiendo, no necesitando a nadie y no queriendo sentir. El azote de los años. De la inmersión y de la inversión. De las invenciones, de las intervenciones. De los atrasos y de la llegada, definitivamente, tarde. Cortina cerrada de sala de teatro. Recámara alquilada. Leche vencida un día después y pañuelos descartables para la neurosis (de moda).

Terrazas sin señal

El ruido a océano, a inmensidad está en plena ciudad con audífonos. Fuera de foco, adentro del tiempo. En el único momento que realmente vivimos. No pensamos que vivimos, reflexionamos y palpamos lo que sentimos. Pensamos y sentimos. Pensamos y ya. VIivimos y basta. Todo esto en un segundo de anarquía caótica. Empieza y termina sólo en ese segundo.
Eventualmente acaba y volvemos a pensar que vivimos y vivimos que pensamos.

(en mi defensa debo admitir que estaba muy loca cuando escribí esto, creo que hete ahí la publicación)

PICNIC

Caminar es un intento sórdido de escapar. Hacia la nada, caminar para no llegar a ningún lugar en particular. Autores de lo inconcluso en la noche, caminatas. Va, ir, yendo, todos nosotros (¿qué esperabas?¿una carta de amor?)
Estreñidos por el tiempo, desgastando veredas van, todos aquellos que le escapan a lo ordinario y siguen caminando.

martes, 14 de diciembre de 2010

estudio I

No es lo mismo la vida que tienen los edificios a la noche o durante la semana. Hay algunos que están pensados para tener su momento de coronamiento cuando prenden los ojos eléctricos. Algunos cumplen sus funciones de 9 a 17. Otros al tener la responsabilidad delegada de la calle parecen cansados del tiempo que les pasa abierto. Y cierran un poco sus persianas porque tanta gente mirándolos les agobia, hasta la mañana siguiente que intentan camuflarse con el ritmo de la ciudad. Naturalmente bellos, perfuman los pasajes, juegan a ver quién es más importante, se entrecruzan cables con mensajes y sus espaldas rozan medianeras. Para los momentos de intimidad cierran las cortinas.
Algunas, pretendiendo ser arte por ellas solas, se ensañan con el cemento. Y las más viejas disputan por hechos históricos, juran haber sido partícipes de una revolución o víctimas de un atentado. Injurian a personajes que han sabido hospedar. Si se mira con atención por Avenida de Mayo algún que otro edificio nos sonríe sol; cómplice, erguido y orgulloso se para con su cúpula de pizarra. Alguna que otra gárgola con dejos de actriz trata de entrar en escena de vez en cuando..
Dos ciegos que se pelean por ver quién lleva el bastón en la esquina de una avenida. Y la gente pasa alrededor mirando, y los autos que les tocan bocina para que se corran. Pero ellos no escuchan nada más allá de sus propios gritos. Mandan al frente a sus mejores palabras, sacan sus mejores espadas; tácticas de persuasión para dejar al otro vulnerable, para encontrar un hueco por el cual luego poder emboscar. No se dan cuenta que se abren las heridas y revuelven en sus propios estómagos. No se dan cuenta que mientras más lo lastiman, más se lastiman.
Se acerca la hora y yo me quedo esperando, al borde, siempre al borde. Se acercan las presiones y yo las evado, siempre de primera. Se acercan las emociones y las niego, hasta que ya caen de maduras. Se acercan las personas y quedan retenidas en la aduana emocional. Se acercan los objetos y se prenden fuego solos, esperando por un segundo no ser olvidados como recuerdos. Se acercan los momentos y se esfuman en la brisa de verano.
Se acercan las estaciones y yo espero, sentada, a que pase el próximo tren.

viernes, 3 de diciembre de 2010

una mañana

-¿Tiene azúcar?
-No, te dije que no..no sé cuánto le ponés..
-Uh..¡me hubieras avisado antes!
-Buen, nada, no me di cuenta..
-¿Y vos qué tomás?
-Eh..ya me tomé un cappuccino, estoy bien..
-¿Y entonces para qué hiciste café?
-Porque a vos te gusta el café..bah..te gusta el café, ¿no?
-Si, si, me gusta..pero..¿para qué hiciste si no tomás?
-Nada, tenía ganas de hacer café, ¿cuál hay?
-¿Me hiciste café significa?
-No, no te hice café, hice café..así en genérico..
-Me hiciste café...

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Malos hábitos.

Y aunque lo estés esperando no va a llegar. No va a ser cuando vos quieras, ni donde vos quieras. Va a pasar cuando menos te lo imagines. No va a empezar cuando otros lo titulen, no va a ser cuando vos lo quieras definir. No te vas a dar cuenta y de repente ya vas a estar a 3 horas de capital mirando por la ventana el pasto. Se te va a pasar en un segundo y cuando te des vuelta muy probablemente ya no esté ahí. Vas a jurar y perjurar sobre las mismas cosas y aún así no va a pasar. Vas a insitir, vas a pelear, vas a presionar sobre los mismo botones, pero vas a terminar desistiendo porque no va a pasar. No va a ser cuando yo me acostumbre, no va a ser el día que ceda en algo, no va a estar en una mira cómplice de reojo, no va a entonarse con la frase ingenua sincronizada al azar, no va a ser en una cena con amigos, no va a ser al teléfono con mi mejor amiga. Va a ser cuando menos te lo esperes. Que un día te vas a despertar con alguien y ya no más al lado de alguien.
Y cuando pase, esa va a ser la verdadera invitación al hábito.

vai embora

Que estemos tan cerca de fin de año es bueno. Es bueno porque significa que ya le quedan pocos días al año como para poder decir "este fue el peor día del año". En esa mirada negativista, tópico del "siempre a mí" o como se lo quiera llamar está la clave. Hay días buenos y días malos, días para el balance y días para olvidar, días para analizar y días que mejor ignorar; pero no hay nada como llegar a esta parte del año y saber que nada la puede cagar tanto. Nada la puede cagar tanto por el simple hecho de que le quedan poco tiempo, no tiene (casi) espacio físico en donde desenvolverse la cagada. Hagan el intento un día de estos, traten de mandarse todas las cagadas que puedan y van a ver que estamos en esa época del año que es más bien un limbo. Te lo van a terminar perdonando, se van a terminar olvidando y vamos a empezar el nuevo año deséandonos buenas vibras para el 2011 por mensaje de texto como todos los años anteriores. Es como que no importa lo que hagas en este momento porque se va a ver justificado por h o por b como "era fin de año..estábamos todos cansados, no sabíamos lo que decíamos.."