domingo, 11 de abril de 2010

Es entrar en la trampa del malvado. Es creer que lo que se viene es una revelación y no ser más que una sorpresa que se le da a la inocencia de un nene de 5 años. Es ver señales donde no las hay. Es hacerse problema por algo que no existe. Es estar en nuestra mínima expresión. Es creer estar aptos para algo y no estar pero ni remotamente cerca. Es apostar todas las fichas al negro, cuando ya salió rojo. Es repasar los hechos una y otra vez. Es argumentar en círculo, con las bases de la nada y creer estar diciendo una verdad absoluta. Es ser todo eso que una vez escupimos a la cara manifestando total y absoluta repugnancia. Es crearse en la cabeza imágenes inexistentes de algo que nunca va a pasar. Es escribir con la mano, borrar con el pie y tatuártelo en la oreja. Es idealizar una y otra y otra y otra vez sobre los mismos tres temas. Es pensarse tan de avanzada y encontrarse tan en la nada.
Es ser una imbécil racional engañada con espejitos de colores.
Es esperar que todo pase y en algún momento, eventualmente, dejar de llorar.

domingo, 4 de abril de 2010

what if+clause

Pero de cualquier manera se hace presente la duda "qué pasaría si.."
Si viviera en otro lugar, si tuviera novio, si me gustase la horticultura, si me interesase la matemática, si supiera cocinar, si no me sonase la espalda constantemente, si tuviera más enchufes para poner las cosas, si mirase más tele, si leyera menos, si sonase menos superada, si recuperase viejas amistades, si encontrase algo realmente divertido, si descubriese algo en lo que realmente soy buena, si no intentase agradar tanto, si me empezase a arrepentir, si no me matara a presiones auto puestas, si hiciera más gimnasia, si ideara menos, si hubiera visto menos amaneceres, si fuera menos cariñosa, si invirtiera mejor mi tiempo, si fuese más organizada, si no me colgase en banalidades, si no creyese que el mundo es muy mediocre, si escribiese menos, si mi armario fuera más grande, si viajase más, si hoy no hiciese frío, si mañana me pusiera a leer algo, si ordenase un poco el caos de papeles, si me concentrase en hacer una cosa a la vez, si fuese más constante con algunas cosas, si pudiera ser un poco menos absorbente, si fuera un poco más tolerante, si no me colgase horas con las mismas canciones, si me importase menos la mirada del otro, si mi punto de saturación pudiese estirarse un poco, si supiese dibujar, si tuviese menos mambos, si no me creyese tan irreverente, si hiciese más, si odiara menos, si fuera un poco más fría, si no me hubiese mandado tantas cagadas, si estuviese menos a la defensiva, si sonase menos agresiva, si tocase la puerta antes de entrar, si diese otra imagen, si me interesasen menos ciertas cosas, si no malinterpretasen lo que digo, si mi nivel de vida fuese otro, si no mirase para atrás de vez en cuando, si me pelease menos, si sonriera menos..
Pero como, por lo menos hasta la fecha, ninguna de estas se cumplió; sigo siendo yo hoy y ahora ,con mis pros y mis contras.

STV

Estoy pasando por un momento típicamente Sara. Un momento de incertidumbre, indeterminación, que se podría prolongar por varios meses como se podría terminar de definir el fin de semana que viene. Un tiempo en el que los límites se confunden y se trazan líneas con tiza. Cuando las cosas no van del todo bien pero tampoco pueden alinearse con el total mal. En que mi neurosis está a una palabra demás de estallar, en los días que creo que todo vale y que soy imputable. Que la soberbia me arrastra, me lleva lejos y me hace creer que voy a poder sola. Después de un rato me doy cuenta de la locura del plan y me concentro en acaparar cómplices. No quiero amigos en estos días, sólo necesito gente que me diga que sí, que estoy cuerda y que estoy en lo cierto; no necesariamente lo tienen que creer pero por algo les pago. Después una vocecita me dice que me tranquilice y lo vuelva a pensar. ¡Dejo de pagarle de inmediato a estas personas que me están robando la plata! Vuelvo a las amistades, charlas de horas y horas sobre los mismos temas, y hablo sola esperando respuestas monosilábicas, generalmente afirmaciones a no ser que la pregunta que haya hecho sea retórica o haya terminado en un "¿no?". Dentro de las cuales hay momentos que me elevo fuera de mí, miro desde arriba la habitación en un plano picado y me pregunto: ¿qué carajos estoy haciendo? ¿porqué no PARA de hablar Sara?
Después me callo. Cambio a otro tema raudamente. Y por un tiempo vuelvo a ser yo sin tener que serlo, olvidando esa conversación y obviando tantas otras.

soliloquio

Y es verdad, si conmigo puedo ser totalmente abierta y sincera. Aunque a veces me trato de engañar, la negación no me lleva a ningún puerto y me encuentro atrás de alguna puerta en algún momento. Yo sola sé cómo soy un día de lluvia, o lo que pienso cuando dejo de pensar. Nada más me conoce con el alma desnuda mi alma. Y por más que algunas veces se haya parecido a algo por el estilo, las charlas profundas las sigo teniendo conmigo misma. Y la que se boicotea soy yo, y la que se cree genial por milésimas de segundo soy yo. La que piensa en todas las cosas a la vez soy yo. La que lo intenta y lo vuelve a intentar soy yo. La única persona capaz de asegurarme soy yo, así como también soy la única persona capaz de cagarme. Por más que hayan habido intentos desde afuera para hacerlo, todos fueron fallidos; porque solo yo realmente sé dónde y cuánto me duele. Si soy sincera es por un rato, momentos de flaquezas tenemos todos. Pero cuando estoy sola pienso y no hay mucha gente que me haya visto sin el maquillaje puesto. Ni mucha gente que me acepte sin la fachada que pongo. Mucho menos gente que atraviese la muralla que levanté hace tiempo. Tampoco hay mucha de esas personas que se interesen en mí sin lo que tengo. No sé, espero que me falte poco para saber quién soy en realidad, detrás de todos estos obstáculos que me pongo día a día. Y postergo mi confianza como si fuera de otro. Pero supongo que debe ser normal porque al final del día, cuando ya no queda nada ni nadie, lo más difícil es sentarse con uno mismo a charlar.

sábado, 3 de abril de 2010

Esos minutos eternos, esas llamadas en blanco, esas preguntas no hechas y después disfrazadas de gritos de atención. Esos momentos largos que desesperan y una no sabe bien si quedarse o irse. Porque no se sabe qué se está jugando.
Por estar tirados en el pasto daríamos la vida y sin embargo todo lo demás se vuelve tan complicado; las cosas más simples que son las que más disfrutamos se pierden cuando se trata de entender y racionalizar dónde estamos parados. ¿Qué más da si estamos parados acá, allá o en el medio de la nada? Hay que disfrutar el estar parados y listo. Porque cuando caminamos en cuclillas y vemos pasar a los erguidos los envidiamos, estando nosotros allá arriba estaríamos caminando con la frente en alto, bien orgullosos. En esos días que el aire se nos pierde quién sabe en qué cosas, que los viajes vuelven a ser como a los cinco, que los colores toman vida propia y..¡ni hablar de los olores! Que la música parece ir a tono, con corcheas que pasan al lado nuestro y nos saludan cual vecino de todos los días. El café tiene un aroma distinto. Y entonces pasa, lo que no queremos que pase. Y a las tardes de domingo, sistemáticamente, parece que les cae un balde de agua y llueven y llueven. Todas. Y las cosas más triviales del día a día se destiñen, los olores son más que mundanos y, hasta de vez en cuando, repulsivos. Meras señales e imágenes que antes no solíamos percatar ahora, sin que lo querramos, hacen que fijemos la mirada en ellas.

D

Cuando decreto que afuera hace frío, mi cama siempre es un buen refugio. Me escondo entre las sábanas y me hago chiquita. Me acurruco entre calores y sonrío. Me reservo de ciertos hechos y peculiaridades, espero la demora, anuncio la denuncia y el día se termina por suerte. Lo mato lenta y tranquilamente, lo miro a los ojos y lo enveneno. Como si no me interesase para nada, el día que viene lo trae la noche. Las horas de la tarde me dejan paralizada, como si no tuviese nada para hacer. Siento la incapacidad en mis huesos, es algo difícil de describir. Pienso en las cosas más triviales y se me hacen pesos fortuitos en los músculos. Decido si voy a comer, o por ahí no. Pero mi fuerza de voluntad no está para nada forjada esos días. La doblego y le pido gentilmente que se retire, que hoy no pase porque..hoy no. Entre lo gótico y lo desgreñado hoy decido dejarme de lado un rato. Creo que va a ser mejor así, no saliendo. Y entonces me convierto en un domingo caminante. Pasivo, con la mente en blanco, mirando desde la ventana cómo siguen todos con sus rutinas diarias. De cualquier modo no me cambia, a no ser que no haga frío.

jueves, 1 de abril de 2010

AM

Que no sea perfecto no lo hace imperfecto a mis ojos. Lo hace real y tangible.
Lo hace de acá y no de ficción. Hace que nos encontremos, hace que tarde el tiempo que tenga que tardar, hace que me tenga que esperar el tiempo que me tenga que esperar. Que no tengamos muchas cosas en común, se verá. Él hace poco me dijo que eso era lo que nos hacía divertidos. Estar relajada tirados en el pasto, poder reirme de cualquier forma. No entender por momentos y que luego la confusión sea claro histeriqueo. Que el esceptisismo de todos los anteriores se lo lleve un sincero "me acordé de vos". Ver a las parejas besándose y no desearlo, sino recrearlo en un futuro. Una relación mística y simbiótica. Esperar del otro lo que uno da. Contar para las cotideanidades. Entender por señales que se busca lo mismo, o al menos proyectarlo. Querer presentárselo a tus amigos. Saber que no importa cómo se muestre o lo que sea van a estar contentos porque se está radiante. Y es que así me siento, cuando mira brilla la piel y la mirada. Es algo muy loco, pensar que no lo conozco casi nada. Saber que lo puedo tener a una hora de distancia y que lo querría más cerca, lo hace peligroso. Lo hace real.