Y hace mucho que no escribía Sarah.
Ahora con mezcla de nostalgia, de miedo, de insatisfacción, de confusión. Pero siendo la misma Sarah de siempre, habiendo cambiado en un par de cosas; estando un poco más histérica e histriónica, pero Sarah al fin y al cabo. Haciéndose el hábito de que las cosas van a cambiar, o por ahora creyendo que todo va a seguir igual. Aunque le de miedo el cambio y le asuste el abismo que le espera, Sarah está con esperanzas. A ella siempre le gustaron los cambios para bien, para crecer, para mejorar, para empezar de nuevo. A pesar de que tengan esa cosita de "no saber qué esperar", siempre le gustaron. Hasta incluso cambios que le fascinaron como esa vez que cambió de grupo para no estar nunca más en uno. Y otras que a la larga terminaron siendo cambios para el error, como esa vez que dijo no va más pero no lo había pensado del todo. Dos años después se estaba arrepintiendo bastante. Pero todo pasa por alguna razón, nada queda sin razón. Que los amigos de verdad se quedan y no se olvidan, y sino se quedan en el olvido. Así de simple, así de rápido. Así como debe hacer el resto del mundo con Sarah. Que es tan volátil y tan impalpable; que es tan rápida como se puede y se hace invisible cuando debe. Y su rutina tan divertida, tan espontánea. Que a pesar de que las cosas no estén saliendo muy bien, siempre mantiene el mismo espíritu. A pesar de que no lo hable con nadie, llorar le hace bien. Y hace catársis con playhouse disney, y sabe que no está bien. Pero no importa, ya van a mejorar. Otras cosas vendrán, otros desafíos, otros pelotudos (¿porqué no?) en el camino. Pero que por ahí, ahora las cosas sí iban a ser como ella quería y estaba esperando. Lunes guapachoza, martes teatro, miércoles roca+cine, jueves after, viernes fiesta, sábado algo siempre sale y domingo asado. Já! O poder irse sin avisar, tomarse el próximo tren y listo. Un verano con amigos en la playa, en el norte y en Brasil descansando; pensando en lo que se viene: con una cerveza bien fría en mano jugando al truco, ayudando a los chicos y construyendo o con una caipirinha y una zunga. Considerando todas las opciones y siendo meticulosamente estratégica como no le sale hacer con las relaciones o el colegio pero sí con los discursos (ah! qué buena que es con los discursos, tan emotiva!)
Por ahí Sarah se decidió a escribir luego de un tiempo porque estaba pensando detenidamente en todo y todos a la vez y no se dio cuenta que se le perdió algo en el camino. Dejar de pensar en todo y dividir. Rearmar y completar los espacios. Dejar de pensar en todos por un segundo y pensar en ella de nuevo. Narcisa y egoistamente. Teniendo en cuenta que todas sus decisiones son parte de un todo y que se forman gracias a las opiniones de los todos; simultáneamente. Pero que cada decisión conciente que toma son causa y efecto. Son algo que debería premeditar con debido control. Como poco (o nada) de lo que vino haciendo hasta hoy. Como una decisión adulta.
Y lo logró hacer a los días de gritar y patalear, como si tuviera 5 años de nuevo (que de hecho, si se lo pone a pensar más de dos segundos, sabe que casi nunca hacía berrinches; menos como el de esa noche). Y después de plantearse varias cosas y estar un poco a la deriva de lo "que pueda suceder" decidió que mejor es dejarse llevar por un rato y disfrutar del arco iris. Sin analizar tanto las cosas, sin re-pensarlas.
Y por más que las cosas hoy en día no estén muy claras Sarah sabe que van a estar bien.
Sarah siente.
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