domingo, 28 de junio de 2009

Espero que sólo requiera de paciencia, porque no soy muy buena con estas cosas.

Imperfecciones nocturnas. Risas bebidas y tragos amargos. En el medio de todo esto siempre tenés que estar vos. Y de zapatillas, con una remera vieja, recién levantada de la cama. Asímismo y antagónicamente con tacos también, y con mi mejor vestido y mi mejor escote. Con mi cara de "yo no fui" y mi baile que grita "yo quiero ser". Las tardanzas, el tacto. Se enfría, y me enojo. Ahí entro en calor y no se puede más. Porque en el medio de todo esto siempre tenés que estar vos. Y ya después de esto todo se vuelve confuso, las calles están malhumoradas y mi música no canta palabras rosas. Se enturbia, se llena de ira. Y ahí voy yo a la deriva, esperando ser rescatada. Por más trivial e insignificante que sea, ¡qué bien me hace! Así y todo el círculo vicioso se completa, se complementa, da vueltas y me hace dar vueltas a mi. Sin entender mucho qué es lo que nos sucede yo le sigo el juego. Y terminamos cayendo en esta espiral interminable, supongo que algún día se hará finita.
Luego salgo, lo miro desde afuera y es bastante enfermo esto. No estamos cuerdos. Tener que esperar, esperarte..esperar qué? Con qué necesidad aparte, cómo si fuese lo único sobre la tierra.
Y me encantaría poder gritártelo en la cara, y decirlo en voz alta y estar convencidísima. Que así no va más, que me llamás vos primero, que me tenés que buscar, que no somos iguales, que hay que darle tiempo al tiempo, que tengo que ver cómo se van dando las cosas, que nos podamos adaptar, que esto sea una insignificancia. Casi lo logro, porque se lo estoy comentando a mis amigos. Pero hay una fuerza más grande, que es que quiero que me quieras.

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