martes, 3 de noviembre de 2009

¿me acuerdo de él?

En las noches de lluvia me acuerdo de él.
En las noches de insomnio me acuerdo de él.
En las noches sin mucho para hacer me acuerdo de él.
En las noches de amigas me acuerdo de él.
En las noches charlando me acuerdo de él.
En las noches soñando me acuerdo de él.
En las noches pasada me acuerdo de él.
En las noches con luna me acuerdo de él.
En las noches de citas me acuerdo de él.
En las noches fumando me acuerdo de él.
En las noches de gala me acuerdo de él.


En las tardes nubladas me acuerdo de él.
En las tardes con mate me acuerdo de él.
En las tardes de pileta me acuerdo de él.
En las tardes de jazmines me acuerdo de él.
En las tardes perdidas me acuerdo de él.
En las tardes de estudio me acuerdo de él.
En las tardes impulsivas me acuerdo de él.


En los días soleados me acuerdo de él.
En los días de vigilia me acuerdo de él.
En los días ajetreados me acuerdo de él.
En los días de parejas me acuerdo de él.
En los días manejando me acuerdo de él.
En los días tomando me acuerdo de él.
En los días escuchando música me acuerdo de él.
En los días vacíos me acuerdo de él.
En los días de playa me acuerdo de él.
En los días ajetreados me acuerdo de él.


No hacía falta verbalizarlo para darme cuenta que son pocas las ocasiones en las que no me acuerdo de él.

ergo

Entre lo bueno y lo malo no hay nada. Y si lo hay, es muy poco. Lo que queda indefinido merece no ser mencionado. Y por algo se pierde en el olvido. Entonces, cuando escribo a estas horas de la noche lo bueno o lo malo lo pasé hace bastante. Ya pasó el día, ya también pasó la noche y en el medio no pasó nada. Más que nimiedades y cuestiones triviales para comentar (se está convirtiendo en un terrible diario esto y es lo que más me asusta) no sucedió mucho más.
Pero no debería ser tan importante que me pregunte cómo me fue al llegar como el que me despida bien cuando me voy. Eso haría un día interesante.
Y nada como el día de playa o la intimidad que se puede lograr en el día a día. En las cosas cotidianas. En la mermelada de la tostada. No sé si se entiende, pero juro estar llegando a algo. Al momento en el que se cruzan las miradas y uno sabe que es para el otro. O por lo menos por ese momento y en ese lugar. La mermelada ya se funde en la tostada y una se abre totalmente. Y siente como si fuera la última vez. Y toca como si fuera la primera.
Y llegar a ese grado de contacto, del que no hay vuelta atrás. Que sí, podrá funcionar como no; pero es sabido que no va a ser lo mismo desde ahora en más. Un viaje de ida medio estrafalario.
Ese momento que en una tarde de abril te hace soltar un te quiero en cualquier lugar. Y que en una noche de julio te hace maldecir al que sea que lo haya puesto en tu camino. Pero bueno, tan diverso, tan dispar y tan contradictorio es. Tan dulce y tan amargo que se inventó una palabra para él: "agridulce". Y nada que lo defina mejor.
En sus noches de amigos puede estar encendido y ser lo mejor, mientras que en la intimidad puede tirar una bomba y ni darse por aludido. Puede estar en clima perfecto, 0 grados y la realidad es que es un volcán a punto de estallar. Que te grita y te pide por favor, casi al borde del llanto que te quedes, que él no lo quiso decir así. Y entonces es que es la bestia más dócil y más domada de todas. La ternura más graciosa de todas y la ambivalencia entre cualquier otra cosa. Es que es algo increíble, universalmente épico y en cierta manera bastante repulsivo.
Y muchas de mis experiencias tienen mucho de mí. Que por suerte las experimenté porque sino no sería yo hoy. Porque muchas de mis grandilocuencias hoy no tendrían sentido. Y no me vendrían a la cabeza imágenes u olores que experimenté. Y las experiencias no son más que eso, prácticas para lo próximo. Para lo que esperamos que sea mejor. Para lo que tenemos en vista. Para las fichas que pensamos jugar, tan apasionadamente como las anteriores. Y no haber experimentado todo me deja bastante esperanza.

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Y cada vez que se va me deja como con esa sensación, mezcla de agonía y de espera.
Porque aunque no sea la primera vez que me deja, se siente como la única manera de terminarlo.
Y es entonces cuando espero que no se aleje más que esta distancia surreal.
Que es perfecta, porque la hacemos los dos con las ganas y no mucho más.
Una distancia que no se queja porque separa y no dice hasta dónde ni porqué parar.
Pero en cierto modo estar así, arriba de un pedestal nunca está demás.
Habrá partes para admirar y otras para detestar.
Y creo que la receta perfecta está en partes por igual.
Y volviendo al temita distancia, nunca fue un problema para mí.
Mientras más lejos mejor, en todos los sentidos.
Porque es en el momento en que se mete en tu piel cuando empiezan los problemas.
Y yo otra vez, en otra piel no me meto.
Caminar en mis zapatos se siente bien.
Aunque a veces crea que me quedan un poco chicos.
Y otras sienta que me están sobrando de todos lados.
Los días que me calzan perfectos son momentos.
Son horas en realidad.
Son lugares en los que digo "acá me quedaría" o "con vos me quedaría".
Juro que pasa (no tan seguido como las veces que es un 35 o las veces que se sienten como los zapatos de mi viejo, pero bueno..)
Y una lo intenta, a pesar de todo.
Y pone su mejor cara, a pesar del estado.
Y sale con tacos, a pesar de la lluvia.
Y espera a que pase, a pesar de él.

viernes, 23 de octubre de 2009

y no te lo tomes personal si hoy no quiero salir a bailar.
y si no quiero jugar.
y si no quiero gustar.
y si no quiero sonreir.
y si no quiero cantar.
y si no quiero ir a tomar una cerveza.
y si no quiero conocer a tus amigos.
y si no quiero (por hoy) que el otro lado de la cama se llene.
y si no quiero estar expuesta.
y si no quiero tener la lágrima a flor de piel.

y si hoy no quiero ser yo.

martes, 13 de octubre de 2009

querido diario:

Y hace mucho que no escribía Sarah.
Ahora con mezcla de nostalgia, de miedo, de insatisfacción, de confusión. Pero siendo la misma Sarah de siempre, habiendo cambiado en un par de cosas; estando un poco más histérica e histriónica, pero Sarah al fin y al cabo. Haciéndose el hábito de que las cosas van a cambiar, o por ahora creyendo que todo va a seguir igual. Aunque le de miedo el cambio y le asuste el abismo que le espera, Sarah está con esperanzas. A ella siempre le gustaron los cambios para bien, para crecer, para mejorar, para empezar de nuevo. A pesar de que tengan esa cosita de "no saber qué esperar", siempre le gustaron. Hasta incluso cambios que le fascinaron como esa vez que cambió de grupo para no estar nunca más en uno. Y otras que a la larga terminaron siendo cambios para el error, como esa vez que dijo no va más pero no lo había pensado del todo. Dos años después se estaba arrepintiendo bastante. Pero todo pasa por alguna razón, nada queda sin razón. Que los amigos de verdad se quedan y no se olvidan, y sino se quedan en el olvido. Así de simple, así de rápido. Así como debe hacer el resto del mundo con Sarah. Que es tan volátil y tan impalpable; que es tan rápida como se puede y se hace invisible cuando debe. Y su rutina tan divertida, tan espontánea. Que a pesar de que las cosas no estén saliendo muy bien, siempre mantiene el mismo espíritu. A pesar de que no lo hable con nadie, llorar le hace bien. Y hace catársis con playhouse disney, y sabe que no está bien. Pero no importa, ya van a mejorar. Otras cosas vendrán, otros desafíos, otros pelotudos (¿porqué no?) en el camino. Pero que por ahí, ahora las cosas sí iban a ser como ella quería y estaba esperando. Lunes guapachoza, martes teatro, miércoles roca+cine, jueves after, viernes fiesta, sábado algo siempre sale y domingo asado. Já! O poder irse sin avisar, tomarse el próximo tren y listo. Un verano con amigos en la playa, en el norte y en Brasil descansando; pensando en lo que se viene: con una cerveza bien fría en mano jugando al truco, ayudando a los chicos y construyendo o con una caipirinha y una zunga. Considerando todas las opciones y siendo meticulosamente estratégica como no le sale hacer con las relaciones o el colegio pero sí con los discursos (ah! qué buena que es con los discursos, tan emotiva!)
Por ahí Sarah se decidió a escribir luego de un tiempo porque estaba pensando detenidamente en todo y todos a la vez y no se dio cuenta que se le perdió algo en el camino. Dejar de pensar en todo y dividir. Rearmar y completar los espacios. Dejar de pensar en todos por un segundo y pensar en ella de nuevo. Narcisa y egoistamente. Teniendo en cuenta que todas sus decisiones son parte de un todo y que se forman gracias a las opiniones de los todos; simultáneamente. Pero que cada decisión conciente que toma son causa y efecto. Son algo que debería premeditar con debido control. Como poco (o nada) de lo que vino haciendo hasta hoy. Como una decisión adulta.
Y lo logró hacer a los días de gritar y patalear, como si tuviera 5 años de nuevo (que de hecho, si se lo pone a pensar más de dos segundos, sabe que casi nunca hacía berrinches; menos como el de esa noche). Y después de plantearse varias cosas y estar un poco a la deriva de lo "que pueda suceder" decidió que mejor es dejarse llevar por un rato y disfrutar del arco iris. Sin analizar tanto las cosas, sin re-pensarlas.
Y por más que las cosas hoy en día no estén muy claras Sarah sabe que van a estar bien.
Sarah siente.

lunes, 5 de octubre de 2009

¿Cuánto hay de idealización, de fantasía, de ganas y de deseo?
¿Qué parte hay de posibilidad, de improbabilidad y de nulos?
¿Dónde juega la estadística?
¿Cuándo se hace tangible, comestible y casi domesticable?
¿Cómo se mide en términos lógicos?

¿Qué es?

jueves, 1 de octubre de 2009

STv

Bien, te estaban saliendo bien las cosas.
Primero, de una fiesta te decidiste ir con el que creías que era un potencial algo; no lo fue. Pero lo peor no es eso, de esos hubo y habrá miles, sino haber dejado en la fiesta al perfecto no potencial, a la perfecta realidad.
Bien, seguí sumando puntos. No sólo lo dejaste por un potencial algo, sino que a ese potencial algo le habías estado ocultando algo. Tiro por la culata, te salió mal.
Y así fue como empezó y terminó con el potencial algo.
Después vino el que potencialmente antes habías creído que podía ser algo, no, tampoco. Otro en contra. Te llama, no atendés, te invita, no accedés: se cansa. Toda tu idealización se fue a la mierda, junto con todo un año de chamulle muy mal invertido.
Bien, en la bolsa tus líneas ya no estaban cotizando, pero no importó. Seguiste igual, porque a una qué le cuesta soñar, ¿no?.
Bárbaro, después enamorás a uno más de la cuenta pero a esta altura ya esas cosas no cuentan. Te invita a salir, accedés. Te llama, no atendés porque no llegás. Es el destino: se va a vivir afuera.
Buenísimo, después de eso creías que no podía haber otro tsunami. Era climática y geológicamente imposible, pero no! Tú que todo lo puedes, todo lo bates. Y otro récord se sumó a la marca. Otro: plata, familia, educado, te lleva y te trae, se ofrece a cualquier cosa; lo tenés comiendo de tu mano practicamente. ¿Qué hacés? ¡Colgás! Ahora no pretendas que encima el pobre pibe te venga a buscar.
Bien Sarah, otro año más que las cosas salen tal como pensabas, que tus potenciales quedaron para ser potenciados y que los predispuestos se cansaron.
Pero no se pierdan otra edición de STv porque seguro que en lo que queda del año algún que otro récord de corrida en llano rompe..todavía no estamos muy seguros si ella de las cagadas o ellos del susto.