Cuando ya todas las palabras están dichas y las miradas implícitas saben de qué se trata. Si algún día cruzo la calle y no me agarro de vos. El momento en el que deje de aferrarme a los recuerdos como si un huracán de nuevas historias estuviera a punto de arrasar nuestro pueblo. En ese lugar donde las cosa ya no se dan como se daban antes. Cuando sienta que te estoy dejando poco a poco. Si veo pasar a alguien y me preguntan por vos. Atender el teléfono y no responder a tu nombre. No moverme en los mismos círculos. El momento en el que el sólo hecho de verte no me cause repulsión. Volver a jugar con fuego como antes. Hacer que de la nada, de tu no presencia se cree un vacío. Abrirme un poco del paso. Lograr que los escalofríos en la espalda cesen. Evitar comentar sobre anécdotas en común, creyendo que si no las digo en voz alta no fueron graciosas o siquiera existieron. Que del estado de total pasividad retome las actividades diarias. No caer en ese lugar fácil de que la gente cambia. Intentar ver lo bueno que tenías. Cuando logre quemar todas tus cosas para no tener que, después, llorar las cenizas. Pensar que alguna vez, si leés todo esto y lo entendés, no nos arrepintamos de cómo se fueron diendo las cosas. Caer en la cuenta de que en realidad nunca fuimos amigas.
Es ponerle todas las fichas a la creencia que sin vos voy a estar mejor. En un futuro no muy lejano, en un par de días o algo así.
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1 comentario:
Me gustó.
Saludos.
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