Cuando escribo si no lo hago letra por letra siento que no estoy siendo honesta. Me siento incómoda, sucia, casi infiel. Como caminando con zapatos dos talles más chicos. Siento como se me ahoga el raciocinio en un vaso de agua y se nubla la visión cual pantano. No siento las palabras escribiéndose y me molesta. Más que me molesta: me perturba. Porque tengo una relación dinámica, viva, que respira y casi simbiótica con la lapicera. Si no lo escribo, no existió. Ya pasamos del campo "si no lo digo, no existió". No sabría ubicarlo en un nivel, no sabría decir si es mejor o peor; pero ciertamente son distintas esas premisas. Es una buena coartada de cualquier manera. No es mentir, es omitir. ¡Vos no me preguntaste si pasó e x a c t a m e n t e eso! ¡Y bueno, la próxima tendrás que ser más claro! Pero sí, me pasa esto constantemente. De empezar a escribir algo y terminar hablando de otra cosa completamente diferente. Las ideas más diametralmente distintas se fusionan en un magma de palabras. Ahí es cuando las ideas empiezan a conocerse, se hablan diplomáticamente, difieren en un par de cosas y se van a las manos. Ahí es cuando se complementan, atomizan y se declaran la guerra. Todo en el mismo espacio y en el mismo tiempo. En el mismo volcán y en el mismo segundo.
Calientes como ellas solas, esperando a ebullir a la superficie en cualquier momento y dejar de compartir lugar con todas esas otras que se van a quedar indefinidamente adentro. Porque las otras son aburridas: no saben bailar, no ríen, no se pueden mezclar con otras. Saben que son mejores y no lo dicen en voz alta porque les saldría peyorativo y querdarían como las más soberbias del montón. Pero entre sílaba y sílaba saben que van a ser las primeras en salir porque sienten el calor emergente. Sienten cómo se van llenando de odio con experiencias y de alegría por salir a la superficie. Los monosílabos tienen un pasaje directo al cielo comprado, cuentan con otra suerte. Están contentos y traquilos, sabiendo que falta poco. Y que en el instante menos esperado..¡Zas!-un monosílabo al rescate-
Saben que no las dejaría porque es algo que me surge. Y si bien es repetitivo, es halagador, el proceso de erupción volcánica con el que tengo poco o nada que ver. Es halagador y muy estético poder admirar su autosuficiencia. Eligen y hacen su recorrido solas, mientras yo miro a la pared o contesto el teléfono; ellas están entrando en erupción sin que me de cuenta. Salen, fluyen y me dejan consecuencias
terribles, pero estoy calma porque ya sé que lo peor pasó. Y me acuesto sobre ellas y las sueño un poquito. Me levanto aturdida y las vuelvo a escribir. Durante el café de la mañana dejo un par en la cuchara de azúcar y vuelvo a lo mío sólo por un par de horas mentirosas. En realidad no las dejo tampoco, hago tiempo que es distinto.
No hace falta concentración, sólo el empujón de la última palabra con sus raudas ganas de salir y es un efecto dominó para arriba. Nada de prolijo tiene todo esto, mucho menos de sincronizado o peor aún..organizado. Nada de rima en los versos pares. Nada de simetría excepto la montaña del volcán. Cuestión que las rocas calientes se van apoderando de mí y ahí es cuando la tensión entra en juego. ¡Porque mi mano no puede seguir así de rápido a las palabras! Y se tensiona y la pasa mal. Después le duele un poco pero sabe que al fin y al cabo es una ayuda a largo plazo para sí misma. Asi que se auto da una palmadita de felicitaciones. Se hace sonar los nudillos y la muñeca y sólo espera que mañana no erupcione el volcán justo después de hacerse las uñas.
A la vez que es un volcán, es un montón de cosas. Es un espectante lienzo en blanco, esperando por su espectador. Es lo genial de poder cambiar de personajes, de momentos, de historias, alienarlas, cambiar de voz y que pareciese que no son mías. O hacer mías las que originalmente no fueron. No poder percibir bien cuándo se desdobla la realidad, se desdibuja tu contorno y con eso mi silueta. Es adrenalina en un grito. Es mirar para atrás, es combinar colores, es articular fracciones, es hacer malabares, es preparar cosas nuevas, es sentir y expresarlo. Es..por mucho que lo describa todo eso que no se puede ilustrar.
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1 comentario:
¿Sabés que pasa? Que cuando uno termina de leer un post así, siente que está todo dicho sobre el tema!
Es un halago la falta de comentarios en casos como éste! jeje
Mis saludos, señorita! ;)
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