El ruido a océano, a inmensidad está en plena ciudad con audífonos. Fuera de foco, adentro del tiempo. En el único momento que realmente vivimos. No pensamos que vivimos, reflexionamos y palpamos lo que sentimos. Pensamos y sentimos. Pensamos y ya. VIivimos y basta. Todo esto en un segundo de anarquía caótica. Empieza y termina sólo en ese segundo.
Eventualmente acaba y volvemos a pensar que vivimos y vivimos que pensamos.
(en mi defensa debo admitir que estaba muy loca cuando escribí esto, creo que hete ahí la publicación)
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