¿Por qué llegan siempre en el peor de todos los putos momentos de la galaxia? nunca un día que están por el barrio y vos bañada. Nunca te tocan el timbre el día que, recién llegada de la peluquería, estás casualmente haciendo nada. Nunca van a las fiestas cuando estás divina a pesar de que habían súper confirmado su asistencia. Nunca te los cruzás de casualidad en la calle cuando estás volviendo de su casa. Mucho menos te lo cruzás con él.
Hacés los planes más maquiavélicos, y meticulosamente planeás todo; nunca termina pasando. Porque el Sr. Destino tiene cosas mejores pensadas para nosotras, aún más macabras de lo que nuestra pequeña cabecita puede llegar a lucubrar en sus mejores estados iracundos.
Siempre llegan cuando estás contenta, con otro y con las cosas que no hablaron más que olvidadas. Vuelven y le dan vuelta al puñal, jurando que va a ser la última vez. Que es la última vez que hablan, que es la última vez que se ven, que no se considera alta traición. Aparece el mail cuando no tenés ganas, reconocés su número en el celular cuando ya lo habías borrado, te lo encontrás fortuitamente cuando no estás preparada. No lo ves con la ropa con lo que lo ves en tu imagen mental cuando pasa, no estás con la actitud que quisieses estar, no se encuentran bajo el contexto que quisieras. Más bien todo lo contrario. A veces es algo medio impuesto, que es muy incómodo al principio y después se van aliviando un poco las tensiones. Otras es la simple, pura y muy puta casualidad que aparece cuando menos la buscás y la esperás horas mientras más la necesitás. Otras intentar forzar las casualidades nos dejan con resultados nefastos, las manos llenas de sangre y la vuelta de la herida que parece ser que no va a cicatrizar más.
Sentimos que sentimos lo mismo que la primera vez, se nos obnubilan los ojos con lo que representaba y nos olvidamos de todos los problemas que nos llevaron a este momento. Nos olvidamos de toda la mierda y sintetizamos en un cuadro de amor solitario todo lo que podríamos haber sido.
Cuando después de saludarte sigo caminando con el pelo revuelto, cara de resaca, amores que me pesan en la cartera y kilómetros que se desgastan; me doy cuenta que sí. Que estuvo bien, que era la manera en que las cosas tenían que pasar y no me queda más que agradecer.
lunes, 28 de junio de 2010
domingo, 27 de junio de 2010
pero no puedo.
Y me re cago en tu doble discurso constante. En lo que hacés pero no decís, en lo que pensás pero no blanqueás. En lo distinto que te ponés y en lo genérico que sos. Me cago no poder decirte que me cago en vos en tu cara. En que tenga que analizar ocho veces las cosas antes de decírtelas. En que parezca que sobreanalizás cada regalo cuando yo soy la analizada generalmente. Las escenitas que planteás, lo indolente que te mostrás frente a las cosas. Me cago en que no seas para nada mi tipo. En que no te gastes en serlo. En que me dejes bien claro que yo no lo soy tampoco. Y de nuevo me vuelvo a cagar en tu doble discurso. Porque si no quisieras tranquilamente lo podrías verbalizar, digo yo, ¿no? Tenés boca, tenés brazos, tenés sentimientos, tenés pecho. Pero no, preferís dejarme siempre en la puta incertidumbre. En no saber qué vas a creer si digo tal cosa, si voy a quedar en falta haciendo tal otra. Si la gente piensa o la gente dice. Si tu hermano, si mi prima. Si las cosas se terminaran mañana, si nos dejásemos de tratar. Si me dejases de tratar siempre como para lo último, como para lo que "hay que hacer", como una obligación más en tu vida diaria que te pesa. Y que me lo hagas saber, a tú manera y siempre siendo bien diplomático, que te peso. Que supuestamente te busco y alegás con extrañeza las causas a factores exógenos. Como si de lo que estuviéramos hablando fuese una puta ecuación. No, enterate que no. Que en ese caso deberías plantearla entera, sin más de una incógnita excepto el final. No como todo lo que hacés a media, mediocre.
Me cago en que te de paja, y me cago aún más los días que te interesa. Cuando le ponés garra o cuando decidís no comentar nada al respecto. Que no sepa nada de tu parte, en eso me cago pero bien. Bien en el sentido de que el día de mañana que me encuentre con alguien así de cagón en mi vida sepa cómo manejarlo: no haciendo nada. Que es como tú lugar, ¿no? donde te sentís bien cómodo y si alguien aparenta estar intrusando ya saltás. ¡Pero qué bien! qué bueno por vos y por todos los años de vida que te quedan guardados adentro de tu cajita muy divertida, privándote de todo lo que querés por vaya a saber uno qué cosas, estando bien pero bien seguro adentro de tus límites mentales. Bien por vos y por la vida longeva que vas a llevar, sin grandes exabruptos, sin jugártela por nada y mucho menos por nadie. Yo creo que es el miedo, es el miedo al miedo que le tenés, el miedo a lo que digan, el miedo a lo que pase, el miedo a no querer avanzar, el miedo a retroceder, el miedo a decir las cosas de frente, el miedo a que las cosas vuelen por sí mismas, el miedo a no poder controlar todo a tu al rededor, el miedo a que el día de mañana las cosas se vuelvan retroactivas, el miedo a que te activen, el miedo a dejar todo tu privado, el miedo a lo mucho que puede pesar mi pasado, el miedo el miedo. Por lo pronto yo soy yo y no tengo tanto miedo al respecto. Que pase lo que tenga que pasar, el tiempo lo dirá, etc. Pero siendo yo y conociéndote me re cago en vos y en tu miedo.
Y en que me atribuyas todos tus problemas. No, me cago y me vuelvo a cagar en eso, hacete cargo. Hacete cargo por primera y única vez en tu vida y resolvelo por tu cuenta. Fijate qué es lo que necesitás, querés, buscás. No pongás cara de perrito mojado por cada diferencia, no arreglás nada con eso. Te humillás, a mí me hacés quedar como la mala. Que te sofoco, que me ahogo. Me cago en que no aceptés tus errores, tus errores fatales que me viven dejando a mí al filo. Que no pienses, que hagas y no pienses. Que sientas y no lo digas. Que reacciones y no pienses. En que no te decidas también me cago. En que no sepas qué carajo te pasa por la cabeza.
Me cago en que aparezcas cuando tenés ganas, que te vayas cuando querés por la puerta muy poco sutilmente. Tu manera nada saludable de llevar las cosas y de lidiar con situaciones. Tu forma poco madura de tomarte las críticas. Me cago en que intentes hacerte el malo y el frío. Enterate: no te sale. No conmigo. Sólo hacés que noches como estas que me acuerdo que existís, me salga la bronca por los poros y me cague en todo lo que representás. En vos, en tu existencia, en tus manías, en tus pseudo-relaciones, en tus defectos, en tus complicaciones, en tus halagos, en tus miradas; en tu vida.
En noches como esta me da ganas de cagarme en vos.
Me cago en que te de paja, y me cago aún más los días que te interesa. Cuando le ponés garra o cuando decidís no comentar nada al respecto. Que no sepa nada de tu parte, en eso me cago pero bien. Bien en el sentido de que el día de mañana que me encuentre con alguien así de cagón en mi vida sepa cómo manejarlo: no haciendo nada. Que es como tú lugar, ¿no? donde te sentís bien cómodo y si alguien aparenta estar intrusando ya saltás. ¡Pero qué bien! qué bueno por vos y por todos los años de vida que te quedan guardados adentro de tu cajita muy divertida, privándote de todo lo que querés por vaya a saber uno qué cosas, estando bien pero bien seguro adentro de tus límites mentales. Bien por vos y por la vida longeva que vas a llevar, sin grandes exabruptos, sin jugártela por nada y mucho menos por nadie. Yo creo que es el miedo, es el miedo al miedo que le tenés, el miedo a lo que digan, el miedo a lo que pase, el miedo a no querer avanzar, el miedo a retroceder, el miedo a decir las cosas de frente, el miedo a que las cosas vuelen por sí mismas, el miedo a no poder controlar todo a tu al rededor, el miedo a que el día de mañana las cosas se vuelvan retroactivas, el miedo a que te activen, el miedo a dejar todo tu privado, el miedo a lo mucho que puede pesar mi pasado, el miedo el miedo. Por lo pronto yo soy yo y no tengo tanto miedo al respecto. Que pase lo que tenga que pasar, el tiempo lo dirá, etc. Pero siendo yo y conociéndote me re cago en vos y en tu miedo.
Y en que me atribuyas todos tus problemas. No, me cago y me vuelvo a cagar en eso, hacete cargo. Hacete cargo por primera y única vez en tu vida y resolvelo por tu cuenta. Fijate qué es lo que necesitás, querés, buscás. No pongás cara de perrito mojado por cada diferencia, no arreglás nada con eso. Te humillás, a mí me hacés quedar como la mala. Que te sofoco, que me ahogo. Me cago en que no aceptés tus errores, tus errores fatales que me viven dejando a mí al filo. Que no pienses, que hagas y no pienses. Que sientas y no lo digas. Que reacciones y no pienses. En que no te decidas también me cago. En que no sepas qué carajo te pasa por la cabeza.
Me cago en que aparezcas cuando tenés ganas, que te vayas cuando querés por la puerta muy poco sutilmente. Tu manera nada saludable de llevar las cosas y de lidiar con situaciones. Tu forma poco madura de tomarte las críticas. Me cago en que intentes hacerte el malo y el frío. Enterate: no te sale. No conmigo. Sólo hacés que noches como estas que me acuerdo que existís, me salga la bronca por los poros y me cague en todo lo que representás. En vos, en tu existencia, en tus manías, en tus pseudo-relaciones, en tus defectos, en tus complicaciones, en tus halagos, en tus miradas; en tu vida.
En noches como esta me da ganas de cagarme en vos.
domingo, 6 de junio de 2010
Me gusta que a veces se me haga complicado estar enojada con vos por más de un rato. Que si me rio es sincera mi sonrisa y que tu llanto lleva mucho de mis lágrimas. Que tengo una sobra de voluntad por verte y una completa falta de interés por volvernos a pelear. Una genuina satisfacción me queda después de cada rendez-vous.
Por adjetiva que me quiera poner y terminológica, en aspectos semánticos y pseudo científicos, hay algo que no me deja. Y son las pocas maneras que hay para describir la sensación que tengo cuando entrás en el cuarto.
Por adjetiva que me quiera poner y terminológica, en aspectos semánticos y pseudo científicos, hay algo que no me deja. Y son las pocas maneras que hay para describir la sensación que tengo cuando entrás en el cuarto.
nos u otros
Pensar que creíamos que nos las sabíamos todas, nos llevábamos el mundo puesto y ahora nos la pone a nosotros; a nosotros que mirábamos atónitos por la ventana, como no entendiendo mucho la situación ni por qué. A nosotros que durante años estuvimos haciéndonos en nuestra salsa, nosotros que no nos arrodillábamos frente a nadie, nosotros que sufrimos como pocos, a nosotros que nos salió mal más de una vez. A nosotros que pensábamos que todo se terminaba mañana, a nosotros que era nuestra manera o ninguna manera, nosotros que creíamos que toda crítica era destructiva, a nosotros que sólo veíamos drama o comedia alrededor, a nosotros que en nuestra escala cromática no teníamos grises. A nosotros que era pelea tras pelea, a nosotros que supimos superar cosas, a nosotros que no entedimos muchas otras, nosotros que poníamos las manos en el fuego, a nosotros que creíamos y descreíamos con la misma facilidad. A nosotros que poníamos toda la pasión en algo, a nosotros que no medíamos las consecuencias, a nosotros que la mayoría del tiempo era a matar o morir, a nosotros que no nos preocupaba el paso del tiempo, a nosotros que estábamos libres de responsabilidades, a nosotros que nos importaba querer, a nosotros que amábamos odiar, a nosotros que necesitábamos amar. A nosotros más crudos y viscerales, a nosotros que sentíamos con la piel y los huesos, a nosotros que realmente nos dolía el alma, a nosotros que nos ahogábamos en un vaso de agua, a nosotros que ocultamos pendejadas, a nosotros que aprendimos a fuerza de voluntad, a nosotros fuera de tiempo, a nosotros empecinados. A nosotros que no esperábamos, a nosotros que dejábamos colgado por un rato, al nosotros pudoroso y de entre casa, al nosotros de fiesta y con ánimos, a nosotros dispuestos todo el tiempo, a nosotros para lo que sea, a nosotros que queríamos todo, a nosotros que queríamos ya, a nosotros que queríamos y punto. A nosotros pesimistas, a nosotros alertas, a nosotros latentes, a nosotros arriba, a nosotros solos. A nosotros por nuestros ideales, a nosotros por esas ideas, a nosotros por los planes, a nosotros por la fantasía, a nosotros por todos los juegos, a nosotros por todos nuestros viajes, a nosotros por las miradas cómplices y a nosotros por los actos sanguinarios. A nosotros por los celos, a nosotros por las lecturas entre líneas, a nosotros por las manos, a nosotros por los moméntos, a nosotros cuando nos logramos entender, a nosotros cuando nos separamos, a nosotros con los tiempos en el medio, a nosotros por tanto, a nosotros por haber esperado, a nosotros por haber compartido. A nosotros que no mirábamos hacia el pasado, a nosotros que apenas nos interesaba el futuro, a nosotros inmediatos, a nosotros que no creíamos en los mediadores, a nosotros por ingenuos, a nosotros por coloridos, a nosotros por coquetos, a nosotros por geniales, a nosotros por cuidados, a nosotros por querernos hacer los misteriosos, a nosotros por llegar a lugares, a nosotros por estar expuestos, a nosotros por las mariposas eternas, a nosotros por las suposiciones, a nosotros por nuestros errores deliciosos. A nosotros embolsados y encasillados, a nosotros cambiantes, a nosotros aceptándonos como éramos, a nosotros con nuestros defectos, a nosotros casi sin virtudes. A nosotros problemáticos, a nosotros con nuestras lluvias intermitentes. A nosotros sin censura, a nosotros copiosamente editados, a nosotros con horrores. A nosotros con nuestras mañas, a nosotros con nuestra ropa y equipaje, a nosotros con estas caras. A nosotros por la frontalidad, a nosotros por la sinceridad, a nosotros por la hipocresía, a nosotros por las mentiras blancas, a nosotros por el humor negro, a nosotros por el cinismo y a nosotros por nuestras risas. A nosotros como uno, a nosotros como cada uno por su lado, a nosotros tomados por un todo, a nosotros dividiendo los tantos. A nosotros caóticos e irreverentes, a nosotros tomados, a nosotros hormonales, a nosotros creyentes y a nosotros ateos. A nosotros puteando, a nosotros tomándonos las cosas menos seriamente, a nosotros mirándonos, a nosotros tanteando el terreno medio a ciegas, a nosotros con toda, a nosotros no tanto. A nosotros por los otros, a nosotros por el qué dirán, a nosotros por las salidas, a nosotros por la locura, a nosotros por la dinámica, a nosotros porque lo leas y no lo entiendas, a nosotros llegando tarde, a nosotros totalmente perdidos, a nosotros adelantados a todos, a nosotros los incomprendidos de siempre, a nosotros habituados mutuamente, a nosotros moldeados con la forma del otro, a nosotros casi sin serlo.
A nosotros por esto, a nosotros con ganas.
Por eso brindo hoy y le deseo buen viaje donde quiera que esté ese nosotros.
A nosotros por esto, a nosotros con ganas.
Por eso brindo hoy y le deseo buen viaje donde quiera que esté ese nosotros.
boom!
Es verdad que si empiezo a escribir no paro. No sé si es bueno o no, no sé si lo hago bien o no; pero no paro. Hoy discutíamos con unas amigas el fin del arte, de cualquier arte; de las interpretaciones que le puede dar el "espectador" a una obra de teatro, a una poesía, a una expresión o a un cuadro. De lo que te remite y sobre qué te hace acordar. Con las cosas que te sentís identificado, con pasar de los singular a los universal en apenas unas palabras, un trazo o una nota. Inconcientemente ponerle un valor sentimental a las cosas, relacionarlas, ideas asociadas y actos fallidos.
También hablamos del peso emocional del cuerpo, de lo angustiante que puede ser no poder llevar un ritmo, sentirte corto de aire, no saber si lo estás haciendo bien o querer resaltar en todas tus posibilidades. De lo complicado que es siempre entregar a tiempo y perfecto, de lo mecánico de la mente, de las lamparitas que se prenden y de las que se anulan con el tiempo o con el poco uso. De los peces y de los vinos. De los llantos: de EL momento, de LA pelea. Historias, contar cuentos con los ojos cerrados, chistes sobre traducciones fieles, sobre el sexo de las moscas.
Tuvimos una charla sobre los chicos y el dibujo, sobre cómo la sociedad te condiciona y sobre "el circo de la vida". Hablamos sobre las mañanas y las noches, y sus consecuencias o sus probabilidades; sobre las ocurrencias y los desatinos.
En un momento también tuvimos miedo, se pelearon los gatos, hablamos sobre los gatos, Whishkas, la relación con los gatos, ser directa con una nota o con una mirada. Las cosas que no funcionaron y que creíamos que sí, los días de saber que era el principio del fin como quien dice, de efemérides y de fantasmas olvidados.
Hablamos del futuro, del presente, de las cosas, de lo Zen y de la expresión corporal. De la psicología mágica y de los problemas mentales, la psiquis y Psicósis, la metafísica de la terapia, la terapia dentro de la terapia; la actividad lúdica por lo lúdico, no tener que encontrarle una finalidad a todo. De zoom in y zoom out, de acercamientos y alejamientos, de las posibles reacciones, de las depresiones. De conseguir lo que una quiere, de buscar lo que una necesita. De no tener que hacer caridad, de no ser una total yegua. De cómo hacer duelo, del verbo discernir, de mudanzas, de significado y significante, de Macanudo, de guitarristas, de cosas triviales, de saquitos de té y ropa para el frío.
También le dimos espacio a la mirada del otro, a la auto percepción, de lograr lo que una se propone -aunque creo que ya lo dije-, de cuál es el miedo de decir que no, cuál es la razón que nos mueve, el odio y la tristeza, de cuán hasta las pelotas estamos con cierta gente, de cuánto nos llenaron las pelotas también, de los tiempos de cada uno, de las agresiones, de la diplomacia de las peleas, de identificar un parate, de la soberbia y la altanería, de la seguridad y nuestra vulnerabilidad en ciertas situaciones, de la supuesta ingenuidad que se nos concede, desde nuestro lugar en el mundo hasta lo que adjudicamos abiertamente como problemas propios de nuestros padres, de las emociones y la convivencia, de frases que no querés volver a decir (o por lo menos no en voz alta), de cosas que no querés volver a hacer porque aprendiste de la experiencia y sabés que te hace mal, que está mal o que simplemente es malo. De los flashbacks y de las risas, de los chicos y el mundo sensible, de los dragones y las cosas que nos atraviesan, de los miedos, de los libros y de las cartas. De materias y de planes a futuro. De saludos, de momentos incómodos, de lo que sentís vos en el cuerpo y las sensaciones que están a nuestro alrededor. De la gente que no se anima y de la gente que se la juega. De la gente que habla y de la gente que fanfarronea, del Diego en el 86'. De los rumanos y la ardua tarea de romper barreras idiomáticas, del trabajo que llevan ciertas cosas, de las miles de maneras distintas de llegar al mismo resultado, de la creatividad y de las carilinas. A las llamadas por teléfono y a las historias a media asta, a lo que pasa si no se activa, a las idas y a las venidas; lo que normalmente llamamos histeriqueo pero no, otra cosa.
Y no sé porqué escribí todo esto, sólo que no paré. Y por eso, en parte, sigo.
También hablamos del peso emocional del cuerpo, de lo angustiante que puede ser no poder llevar un ritmo, sentirte corto de aire, no saber si lo estás haciendo bien o querer resaltar en todas tus posibilidades. De lo complicado que es siempre entregar a tiempo y perfecto, de lo mecánico de la mente, de las lamparitas que se prenden y de las que se anulan con el tiempo o con el poco uso. De los peces y de los vinos. De los llantos: de EL momento, de LA pelea. Historias, contar cuentos con los ojos cerrados, chistes sobre traducciones fieles, sobre el sexo de las moscas.
Tuvimos una charla sobre los chicos y el dibujo, sobre cómo la sociedad te condiciona y sobre "el circo de la vida". Hablamos sobre las mañanas y las noches, y sus consecuencias o sus probabilidades; sobre las ocurrencias y los desatinos.
En un momento también tuvimos miedo, se pelearon los gatos, hablamos sobre los gatos, Whishkas, la relación con los gatos, ser directa con una nota o con una mirada. Las cosas que no funcionaron y que creíamos que sí, los días de saber que era el principio del fin como quien dice, de efemérides y de fantasmas olvidados.
Hablamos del futuro, del presente, de las cosas, de lo Zen y de la expresión corporal. De la psicología mágica y de los problemas mentales, la psiquis y Psicósis, la metafísica de la terapia, la terapia dentro de la terapia; la actividad lúdica por lo lúdico, no tener que encontrarle una finalidad a todo. De zoom in y zoom out, de acercamientos y alejamientos, de las posibles reacciones, de las depresiones. De conseguir lo que una quiere, de buscar lo que una necesita. De no tener que hacer caridad, de no ser una total yegua. De cómo hacer duelo, del verbo discernir, de mudanzas, de significado y significante, de Macanudo, de guitarristas, de cosas triviales, de saquitos de té y ropa para el frío.
También le dimos espacio a la mirada del otro, a la auto percepción, de lograr lo que una se propone -aunque creo que ya lo dije-, de cuál es el miedo de decir que no, cuál es la razón que nos mueve, el odio y la tristeza, de cuán hasta las pelotas estamos con cierta gente, de cuánto nos llenaron las pelotas también, de los tiempos de cada uno, de las agresiones, de la diplomacia de las peleas, de identificar un parate, de la soberbia y la altanería, de la seguridad y nuestra vulnerabilidad en ciertas situaciones, de la supuesta ingenuidad que se nos concede, desde nuestro lugar en el mundo hasta lo que adjudicamos abiertamente como problemas propios de nuestros padres, de las emociones y la convivencia, de frases que no querés volver a decir (o por lo menos no en voz alta), de cosas que no querés volver a hacer porque aprendiste de la experiencia y sabés que te hace mal, que está mal o que simplemente es malo. De los flashbacks y de las risas, de los chicos y el mundo sensible, de los dragones y las cosas que nos atraviesan, de los miedos, de los libros y de las cartas. De materias y de planes a futuro. De saludos, de momentos incómodos, de lo que sentís vos en el cuerpo y las sensaciones que están a nuestro alrededor. De la gente que no se anima y de la gente que se la juega. De la gente que habla y de la gente que fanfarronea, del Diego en el 86'. De los rumanos y la ardua tarea de romper barreras idiomáticas, del trabajo que llevan ciertas cosas, de las miles de maneras distintas de llegar al mismo resultado, de la creatividad y de las carilinas. A las llamadas por teléfono y a las historias a media asta, a lo que pasa si no se activa, a las idas y a las venidas; lo que normalmente llamamos histeriqueo pero no, otra cosa.
Y no sé porqué escribí todo esto, sólo que no paré. Y por eso, en parte, sigo.
A las cosas por su nombre
A la gente por su utilidad, a las cosas por su valor, a los perfumes por sus recuerdos, a las caricias por sí mismas, a los reencuentros por las memorias, a la memoria por las historias, a los instántes por los momentos, a los temas por hablados, a los silencios por repetidos, a las costumbres por malas, a las máscaras por incómodas, a los animales por básicos, a la modernidad por asquerosa, a las mujeres por resentidas, a los problemas por circunstanciales, a las opiniones por congruentes, a los hombres por vistos, a las aventuras por épicas, a los colapsos por deslices, a los errores por aprendidos, a las formas por su contenido, a los sueños por hechos, a las verdades por relativas, a las expresiones por puras, a las conversaciones por complementarias, a los impedimentos por objetivos, a los controles por obtusos, a las tangentes por ricas, a las realidades por espejismos, a los árboles por gelatina, a las metáforas por prefabricadas, a los nudos por lugares, a los no por respuesta, a las sumisas por pobres, a las películas por abridoras, a las experiencias por sabias, a las preguntas por válidas, a los parciales como nulos, a los astros por comestibles, a las subidas por fascinantes, a las letras por sangre, a las relaciones por sus tiempos y a vos por vos.
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