domingo, 4 de abril de 2010
soliloquio
Y es verdad, si conmigo puedo ser totalmente abierta y sincera. Aunque a veces me trato de engañar, la negación no me lleva a ningún puerto y me encuentro atrás de alguna puerta en algún momento. Yo sola sé cómo soy un día de lluvia, o lo que pienso cuando dejo de pensar. Nada más me conoce con el alma desnuda mi alma. Y por más que algunas veces se haya parecido a algo por el estilo, las charlas profundas las sigo teniendo conmigo misma. Y la que se boicotea soy yo, y la que se cree genial por milésimas de segundo soy yo. La que piensa en todas las cosas a la vez soy yo. La que lo intenta y lo vuelve a intentar soy yo. La única persona capaz de asegurarme soy yo, así como también soy la única persona capaz de cagarme. Por más que hayan habido intentos desde afuera para hacerlo, todos fueron fallidos; porque solo yo realmente sé dónde y cuánto me duele. Si soy sincera es por un rato, momentos de flaquezas tenemos todos. Pero cuando estoy sola pienso y no hay mucha gente que me haya visto sin el maquillaje puesto. Ni mucha gente que me acepte sin la fachada que pongo. Mucho menos gente que atraviese la muralla que levanté hace tiempo. Tampoco hay mucha de esas personas que se interesen en mí sin lo que tengo. No sé, espero que me falte poco para saber quién soy en realidad, detrás de todos estos obstáculos que me pongo día a día. Y postergo mi confianza como si fuera de otro. Pero supongo que debe ser normal porque al final del día, cuando ya no queda nada ni nadie, lo más difícil es sentarse con uno mismo a charlar.
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