miércoles, 27 de enero de 2010

emergency door

Hay veces que ya ni me acuerdo los detalles de la casa o dónde se encontraban las cosas. Hay otras que de o único que me puedo acordar es de las fotos que ahí quedaron pegadas, del marco donde nos medíamos. De los ruidos, de los olores, algunas veces de los vecinos. De las llamadas por teléfono de chicas (y luego, las cuentas), de las juntadas un poco de más grandes, de las escabullidas por la famosa puerta de atrás, de las veces que el cuarto oscuro me sirvió de diván y viceversa. De lo acostumbrada que estaba, supongo, que me acuerdo la mayoría de las veces. Lo poco que disfruto los cambios y lo mucho que me los trago (como si hubiera otra cosa para hacer; no me creo una darwinista nata pero qué es hombre sino adaptación: a las costumbres, al clima, a los cambios bruscos, a las amistades, a las relaciones, a los lugares, a las comidas, a los trabajos, a los grupos, a las modas, a los pensamientos). Eso fue un paréntesis sacado de la galera y muy largo.
Pero hay otras veces, unas menos, en la que sueño y después me olvido si estaba o no. y poco a poco me voy olivdando de su cara y de sus gestos. Pero en otrs momentos vuelve todo a mí. Y me desborda. Me acorrala; al lado de una cornisa y me deja ahí a mi suerte por un rato. A todo esto por suerte ya dejé de verte en caras en la calle, ya no tengo que pasar cerca de donde vivías. Ya aprendí a caminar un poco más erguida y sigo sin contarle a nadie de tu historia. Pero bien, porque al momento que lo haga vuelvo al puto precipio del cual me encargo de sacudírmmelo de encima para saltar a la próxima nimiedad urgente que necesita ser atendida o al hábito enfermo de la turina sin ser pensada. ¿Y qué es eso sino adaptarse? Adaptarse al paso del tiempo, a las nuevas caras, a las viejas anécdotas, a eso en lo que no queremos convertinos pero vamor a terminar siendo, a los lugares, a las mudanzas, a la disposición de las cosas, a las melodías, a los olores, a las dinámicas, a lo que tenemos, a trabajar con lo que hay, a generar vínculos, a perder cosas, a ceder espacios, alos distintos tonos, a las luces.
Pero creo que de todo esto lo que más me molesta es, en el día a día, tener que adaptarme a tu ausencia.

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