martes, 12 de enero de 2010

punto débil

Siempre se vuelve, se quiera o no, se busque o no; pero en la mayoría de las veces lo buscamos y buscamos hasta que lo encontramos. Después queda esa sensación de no saber si hiciste bien las cosas y tu pelo en el taxi está hecho un desastre. Pero nada le gana a la satisfacción de saber que está todo bien, que no quedaron remordimientos en lo más mínimo y aunque la hayas cagado a cinco tiempos ayer a la noche, estás (muy) lejos de sentirte mal. Vivís diciendo que es por el "cierre", que en reliada es la última vez, que la anterior vos estabas en cualquiera, él de novio o que él estaba en pedo y vos susceptible. La pasaste para el orto después de esa fiesta paupérrima y tus amigas a las 7 de la mñana te bancaron al teléfono porque no podías parar de llorar; ni en el bondi ni en el ascensor, ni en tu cama ni no comiendo. Y ahora está como todo puesto de nuevo en su lugar, las fichas por jugar, otras cartas por tirar. Y aunque no sean las mismas de antes, ni se le parezcan; estás contenta. Porque significa que dentro de todo sí se pudo y que en algún momento del partido, después de dos años terminaste de escribir sobre él, porque el primero debe ser el que más duele. Porque ver el camino que recorrieron en su momento juntos y después separados está bueno, fue un largo camino. Poder estar con la otra persona de maneras en las que no estás con nadie. Sentirte así de cómoda como para poder relajar y disfrutar. Y que todo quede en puntos suspensivos porque al fin y al cabo son lo que son para el otro.
Sacatelo de donde sea que lo tengas que sacar, pero hacelo. Perdón, en serio, porque después me di cuenta lo mucho que te lastimé; gracias por todo lo que me diste. Y no importa las veces que yo lo crea necesario y vos lo creas inoportuno, que yo lo vea como un amigo y vos como un histeriqueo; siempre se vuelve a lo mismo: al punto débil.

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