Es que si me lo pongo a pesar más de cinco minutos, no resiste el menor análisis, no tiene el menor de los sentidos y para ser sinceros me canso de esperar muy rápido. Entonces..¿qué hacer entonces? El entonces que es nada ahora y probablemente lo siga siendo dentro de dos meses. El entonces que te pesa cuando pensás qué carajo estoy pensando. El entonces que te clava un puñal por la espalda cuando te encontrás recelosa. El entonces que te pisa los talones a cada paso y te recuerda porqué. Porqué te hacía reir, porqué besaba tan bien, porqué tenés que escribir todo en pasado. El porqué a mí, también, digo..ya que estamos, ¿porqué no? El saber que dejar todas esas oportunidades colgando no son una ventana abierta, sino una puerta directamente blindada. El pasarte leyendo y leyendo sobre el tema como si no tuvieses nada para hacer.Analizando y analizando una por una las partes con tus amigas como si no tuviesen nada mejor que hacer. Volviendo repetitivo y monótono un tema que no tiene ninguna de esas dos notas. ¿Y ropa para qué? ¿sábanas con qué fin? Se siente en el aire, se corta con las miradas y se roza con su dedo en mi espalda. Y sí, como todo, termina. Pero no justo donde yo creía que iba a terminar o donde todos pensaban que iba a terminar. No, repentinamente, de un día para otro, se termina; y hay un punto de no retorno. Es como una calle sin salida pero más tragicómica la situación. Haberte puesto ahí arriba, casi bíblico mi amor por vos (pero qué patético por Dios!) La apoteosis le sienta bien sólo a los héroes, ya debería saberlo para este momento.
¿Y maquillaje para qué? Si total al otro día se va a ver bastante diferente. Maquillaje social, igual que mi adicción al cigarrillo. Punto, nada más y nada menos que eso; una necesidad de consumir más, lo que sea, pero todo el tiempo. Y recordar viejos momentos, y tener momentos en común. No es más que evidencias claras de un sátiro destino cruel que se nos caga de risa en la cara. O se me viene cagando en mí hace rato.
Entonces te das cuenta que por ahí todo lo viste en tu cabeza, una y otra y otra y otra y otra vez hasta el cansancio. Y diste vueltas en la cama una y otra y otra y otra y otra vez hasta que te dormiste.
Saco el pañuelo blanco, firmo la paz por un rato.
Y me preparo para una retirada poco gloriosa, muy fortuita y para nada formal. Como todo lo mio: ida y nada más.
Para volver a tierra firme en algún momento, o contar con eso aunque sea, reagupar las tropas y volver a atacar.
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