sábado, 24 de noviembre de 2007

No mintamos más.

Recién nos conocimos.
Mentira.
Recién nos miramos.
Nos miramos y miramos.
Largo tiempo de seducción.
Hablamos.
Es como si ya nos conociésemos desde antes.
Mucho antes que nosotros mismos siquiera.
Conocés todo.
Sos todo lo que quiero que seas.
Una gran y falsa fantasía.
Todas mis utopías envueltas y hechas persona.
Vos, persona vos y utópica.
Hace poco nos conocemos, pero sos mi fantasía.
Entonces nos miramos y miramos.
Y nos enredamos y enredamos.
Hasta perdernos en uno.
Hacernos uno de repente.
Sentir eso.
Respirás calor.
Calor y del pesado.
Me respirás, respiramos en uno.
Enredados estamos hace tiempo.
Pasás tu mano por mi pelo.
Te siento acá conmigo.
Conectados y enredados.
Horizontal.
La vertical ya la perdí.
Y no sé qué más hacer.
Tus manos se funden en mi cuerpo.
Te siento cada vez más cerca.
Claro, de acá no puede pasar.
Si sos una mentira.
Una gran y falsa fantasía, lamento recordártelo.
Pero qué bien que la estoy pasando.
Acá con vos.
Con mi respiración, con tú respiración, con nuestra
-ahora- única persona.
¿Es posible quedarnos así para siempre?
¿Alguien siquiera alguna vez lo intentó?
De esto.
De fundirse y de no querer volver.
De estar ahí abajo, rompiendo sábanas y ser feliz.
De no querer salir de esa gran y falsa utopía de maderas.
Maderas blancas que chocan a los cuerpos.
Superficies ásperas que no hacen más que confirmarte; sos una mentira.
O confirmarlo, ya no sé, es que estamos fundidos hace tiempo.

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