No sé si es la salida o la mejor manera de solucionarlo. No sé si es respuesta formal o es dejarlo abajo de la alfombra. La realidad es que ahora no lo sé, como no supe por bastante tiempo todas las cosas que voy a enumerar. No lo sé y ya ni sé si a este punto del partido me interesa saberlo.
No saber todo este tiempo me dejó en esto, en la nada. No saber qué esperar, no saber qué hacías, no saber si esperarte, no saber qué hacer con el resto. No saber si lo que habíamos construido sirvió alguna vez de algo, no saber si te fui funcional, no saber si te fuiste fiel. No saber si te comió la vergüenza o te apabullaron los comentarios. No saber bien qué pensabas o cómo sentías.
Fue estar en un limbo.
Que como tal no es malo; nada per se es malo. Pero que indudablemente, no tener la capacidad de poder dirimir, como toda mi vida pude, me afectaba. No poder decir abiertamente lo que sentía, me molestaba. No haber sido capaz de blanquear lo que creía (con estas cabecitas que todo lo razonan!) me hacía mella. No saber para dónde encarar el 300% de las veces, me jodía bastante.
Y el pretérito ayuda, el hablarlo en tercera persona también. El sacármelo del sistema, como escupido, como lagrimeado, como vomitado en el pasto por segunda vez en mi vida.
Haberme quedado tranquila por un momento, pensando que ya se me iba a pasar, que ya se iba a terminar, que en realidad no era ni lo que queríamos, ni lo que necesitábamos ni lo que buscábamos.
Fue maravillosamente amable de tu parte, recibo hoy con mucho cariño uno de tus abrazos, pero creo que de acá en adelante está todo dicho.
Que de acá en adelante no hay vuelta atrás.
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