lunes, 26 de julio de 2010

Posiciones para leer esto.

Hay distintas maneras para leer esto o para leerme.
Una puede ser acostado en la cama, tapado hasta la nariz de frazadas (acolchado preferentemente rojo o en la gama) peleando contra el frío dominical de afuera. Otra puede ser tomando un té (con dos medialunas de las gorditas o en su defecto una con jamón y queso, pero si son normales siempre se pide número par) en un bar mirando mientras pasan las señoras con sus carritos y sus bebés, los oficinistas de traje yendo siempre apurados quién sabe dónde.
Otro lugar puede ser en el bondi mientras tratás de hacer contacto visual con la última muchachita que subió. Otra manera es yendo al trabajo en subte mientras intentás balancearte ágilmente para no caerte y no tirarle todo el café encima al oficinista que está de nuevo con su celular o a la chiquita que está yendo al colegio con sus amigas y chismosean lo que pasó el fin de semana (no importa lo poco que te interese y lo mucho que te moleste el sonido chillón de sus voces a la mañana: no está bien tirarle el café a nadie encima; no, ni siquiera a ellas..)
Otra manera de leerlo es cuando hacés un recreo mientras estudiás (científicos comprobaron que cada dos horas de estudio, se necesitan veinte minutos de ocio para fijar el conocimiento y que la cerotonina de no sé dónde se combine con la guayaba del jugo de mango y no termines teniendo un maracuyá por cerebro)
También se puede leer en la playa, mirando el atardecer, pensando en que no tenés que pensar mañana.
Los únicos dos lugares que no recomiendo, para leer esto o cualquier cosa, es manejando o caminando. No quiero que choques y te lastimes o te comás una puteada. Y mucho menos que me puteés porque pisaste caca por mi culpa.

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