lunes, 26 de julio de 2010
Volver a eso, me niego. Rotundamente ser de nuevo todo lo que nunca quise ser y después me reproché por tanto tiempo. Volver a cero. A mi casi nulo poder de abstinencia. A mis largos ratos de tropezones que terminaban en caída, a olerte en la almohada, a verte en la calle, a buscarte entre las personas, a comparar indefectiblemente a todos con vos, a escribirte diariamente, al ruido del teléfono cortándose, al embarque final, al haber frustrado tantos planes. A esa última vez que te vi con esos ojos.
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